La percepción dolorosa es diferente entre hombres y mujeres, factores psicológicos y sociales específicos asociados a los roles de género tienen una correlación significativa en ello, diversos estudios así lo han demostrado.
Debemos reconocer nuestras diferencias, así podemos identificar como el hombre y la mujer procesan de diferente manera el dolor y responden de forma distinta a los tratamientos; así también, lo señala la evidencia de los últimos estudios en dolor crónico. Sin embargo, vemos como la variable sexo pasa desapercibida en el abordaje del dolor crónico, en muchos casos clínicos.
Definir objetivos de tratamiento y rehabilitación en base al sexo y otras variables es muy importante, pues se la evidencia cientifca señala que tanto la expresion de la forma en que perciben el dolor, así como la respuesta al tratamiento es diferente en mujeres y hombres.
Como Médico Intervencionista del Dolor, al ser éste algo muy subjetivo, siempre se deben evitar sesgos de género en la atención a la salud, evitando estereotipos entre hombres y mujeres, en cuanto a como expresan o sienten el dolor.
Reconocer las diferencias por sexo nos permite una mejor escucha activa de los sintomas del paciente, un mejor abordaje del dolor con objetivos de tratamiento claros, especificos y alcanzables en cada paciente, porque la biología no miente, hombres y mujeres somos diferentes, el funcionamiento es distinto, tenemos estructuras, órganos, hormonas y fisiología diferentes, por ello tambien la respuesta a los tratamientos será diferente.
Encuestas realizadas por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, coinciden al señalar que la prevalencia de dolor crónico es al menos dos veces mayor en mujeres respecto a varones, siendo éste más intenso y de mayor duración (ENSE, 2017).
Volvemos a señalar, los mecanismos del dolor operan de forma diferente entre hombres y mujeres. Estudios neurofisiológicos han constatado que existe una respuesta a la analgesia y al estrés y mayor sensibilidad al dolor entre las mujeres. Todo esto se atribuye a diferencias anatomofisiológicas entre hombres y mujeres (hipocampo de mayor tamaño, nivel de activación de amígdala y corteza prefrontal, menor afinidad en receptores glucocorticoides) y también neuroendocrinas. El estrógeno, la progesterona y otras hormonas gonadales tienen una función compleja en los procesos inflamatorios y en la respuesta al dolor implicando cambios en umbral, percepción y tolerancia al dolor y respuesta analgésica entre hombres y mujeres (Fillingim, 2017).
Luego entonces, el dolor crónico es más prevalente en mujeres, presentan mayor riesgo de desarrollarlo, tienen un umbral doloroso más bajo, mayor sensibilidad al dolor dependiendo del tipo de estímulo doloroso (presión o térmico). Sin embargo, presentan una mayor habituación al mismo, especialmente si los estímulos dolorosos se mantienen en el tiempo, es decir se acostumbran a vivir con dolor, cuando no debe ser así, siempre la “calidad de vida, sin dolor”, debe prevalecer en hombres y mujeres.
La Medicina Intervencionista del Dolor, brinda un abordaje a éste, considerando las diferencias en cada paciente, para obtener el mejor resultado que pueda traer calidad de vida, no mas dolor. Porque el dolor debe ser visible y tratarse oportunamente, no minimizar a éste, por razones de género u otras variables.
La Medicina Intervencionista del Dolor te brinda alternativas basadas en la mas reciente evidencia científica, para ayudarte a aliviar el dolor, reducir efectos de tus medicamentos, mejorando tu calidad de vida y funcionalidad.
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